¿Por qué algunas mujeres maltratadas no denuncian?

Millones de mujeres alrededor del mundo viven en silencio una situación de violencia.

¿Por qué algunas mujeres maltratadas no denuncian?

Con frecuencia se conocen historias de violencia que terminan en desgracia. De todos estos casos, la mayor parte de las víctimas son mujeres. Y lo más común es que la violencia que se ejerce hacia ellas sea por parte de un hombre, frecuentemente se trata de su propia pareja.

Las cifras son escalofriantes. El promedio a nivel mundial estima que el 35% de las mujeres han sufrido violencia sexual por parte de sus parejas o alguien de su familia. No obstante, estas cifras aumentan de forma considerable en regiones específicas.

Son pocas las mujeres que deciden denunciar el maltrato en el que viven

Las razones por las que algunas mujeres no denuncian a sus agresores son variadas. En algunos países se han hecho esfuerzos por legislar, tipificar y endurecer los castigos para las agresiones y asesinatos contra mujeres, pero aun así prevalece la no denuncia y la impunidad.

A nivel global este es un tema preocupante con cifras que van al alza, las políticas públicas son diferentes en cada región, no obstante las razones por las que las mujeres en situación de violencia no denuncian, son muy parecidas en todas las regiones del mundo.

Cifras sobre maltrato y violencia contra las mujeres alrededor del mundo

Para entender el fenómeno de forma integral hay que conocer las cifras y las circunstancias. Los estudiosos y activistas en el tema coinciden en que la raíz de este problema está cimentado en el machismo y el sistema patriarcal que rige la mayor parte del mundo.

Según cifras de la ONU Mujeres, el 70% ha sufrido violencia física o sexual por parte de algún compañero sentimental, 137 mujeres mueren diariamente alrededor del mundo en manos de sus propias parejas o de algún familiar (esto incluye menores de edad), y tres de cada cuatro de víctimas de trata son niñas y en general el 51% de las personas víctimas de trata son mujeres.

15 millones de mujeres en todo el mundo han sido forzadas a realizar alguna práctica sexual. 200 millones de mujeres han padecido de la mutilación genital, la mayoría de ellas fue sometida a esta práctica antes de cumplir los 5 años de edad.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la ONU mujeres, estiman que en América Latina y el Caribe se encuentran 14 de los 25 países del mundo donde se cometen más feminicidios. Y a nivel mundial el promedio es de 2 enjuiciados por cada 100 en los casos en que se ha denunciado.

En América Latina en cada país mueren en promedio diariamente 4 mujeres. En España, de 2003 al 2018 se habían registrado casi 1000 mujeres asesinadas. En Argentina esta cifra es similar pero en un período mucho menor que va del 2014 al 2018, mientras que en México en el mismo periodo se tiene un registro de 2,560 feminicidios.

En la mayoría de los casos, cuando ha ocurrido ya el asesinato, se descubre que nunca existió un antecedente que pudiera alertar o prevenir un desenlace fatal. Ante esta situación la pregunta que surge es: ¿Por qué algunas mujeres maltratadas no denuncian?

1. Falta de confianza en los sistemas judiciales

Por muchos años los sistemas judiciales han fallado en la protección de mujeres violentadas. Las cifras de la ONU acerca de los países con más casos coinciden con sistemas judiciales débiles, corruptos o con falta de legislación adecuada para los casos de feminicidios.

Cuando una mujer se acerca a levantar una denuncia es común que la reacción de las autoridades sea de incredulidad. La cultura machista que permea a las sociedades también afecta a los sistemas judiciales y las personas que trabajan en él.

Debido a esto, cuando una víctima llega a pedir protección y levantar una denuncia por violencia, las autoridades y el personal suelen desacreditar la situación y calificarla de problemas maritales o de pareja que deben resolverse en privado.

Las activistas comprometidas con las mujeres víctimas de violencia han alzado la voz en referencia de la falta de capacitación de jueces y personal en general. Se requiere una sensibilización y capacitación del tema para trabajar desde una perspectiva demócrata y de equidad de género, y dejar atrás las prácticas y creencias machistas.

2. Miedo

El miedo es una de las causas más comunes por las que las mujeres no denuncian el maltrato. Las mujeres que viven en una situación de maltrato y violencia van mermando sus capacidades emocionales para enfrentar solas una situación de este tipo.

Hay que entender que la situación de violencia se va generando poco a poco. Es decir, en muy pocos casos surge de forma repentina y súbita, y cuando sucede de esta forma, los mecanismos de violencia y defensa son distintos.

Pero cuando la violencia ocurre por parte de un familiar o de una pareja, que es la forma más común de ejercerla, regularmente esto va ocurriendo de forma gradual. La personalidad violenta del agresor no es evidente al inicio de la relación, sino que va apareciendo paulatinamente.

En este mecanismo que se genera al paso del tiempo, el agresor va tomando fuerza mientras la víctima se va llenando de miedo. Son comunes la amenazas al respecto de contarle a alguien o denunciar, y la mujer, frente a estas amenazas, suele sentirse muy temerosa hasta llegar a la inacción.

3. Falta de red de apoyo

Si la mujer no cuenta con una red de apoyo, es aún más difícil que se atreva a denunciar. Junto con el miedo y la falta de confianza en las autoridades y las instituciones, la falta de apoyo puede inhibir la decisión de presentar una denuncia.

Son muchos los casos en que la familia de la víctima no se percata de la violencia que sufre su familiar. Ya sea porque no es obvia o porque el agresor obliga a la mujer a no frecuentar a sus familiares y mantenerse alejada de ellos.

Lo mismo puede ocurrir con amigos o compañeros de trabajo. No obstante, existen organizaciones y colectivos que pueden brindar este acompañamiento a la víctima y normalmente son gratuitos y de origen ciudadano.

Las estadísticas confirman que si una mujer no cuenta con una red de apoyo, ya sea familia, amigos o alguna organización o grupo, es menos probable que realice una denuncia y que se decida a alzar la voz respecto a la situación que vive.

4. Revictimización

El fenómeno de la revictimización es otro factor que inhibe la decisión de denunciar agresiones. El manejo que muchos medios de comunicación dan acerca de estos casos deja ver también la base machista con la que se manejan.

Cuando alguna noticia fatal acapara las noticias, las opiniones del público suelen ser hirientes hacia la víctima más que hacia el victimario. Comentarios como: “Ella se lo buscó”, “Quizá lo merecía”, “Por algo le hicieron lo que le hicieron”... son muy comunes en este tipo de casos.

Ante este tipo de reacciones, las posibles víctimas de una situación similar pueden retractarse de denunciar o de hablar sobre su situación particular. El miedo al escarnio público tanto masivo como en su entorno familiar las hace cambiar de opinión con respecto a denunciar.

Cuando las víctimas denuncian, corren el riesgo de verse envueltas en otro tipo de acusaciones, que las convierten de nuevo en víctimas. Tras el sufrimiento de pasar una situación de violencia, no quieren sentirse envueltas en otra situación también dolorosa y estigmatizante.

5. Normalización de la violencia

Debido a la cultura machista que la origina, hay personas que perciben como normal ciertas actitudes violentas. Como se mencionó anteriormente, la actitud violenta del victimario comúnmente no surge de forma repentina.

Se dice que hay una escalada en la violencia que se da de forma gradual. Los primeros signos pueden ser chistes agresivos, manotazos, empujones o celos. No obstante, este tipo de situaciones son socialmente aceptadas.

Es decir, que los primeros signos de manifestación de la violencia no son tomados en cuenta ni siquiera por la víctima, al considerarse normales en la forma de relacionarnos en pareja. Por ejemplo, los celos y sus manifestaciones, se piensan incluso como algo romántico y deseable.

Por esta razón, conforme la violencia va subiendo, la víctima puede ir asumiendo cada actitud como normal, hasta que llega al punto en que además de cotidiana se percibe como parte de la dinámica de la relación e incluso la víctima termina por creer que lo merece.

Referencias bibliográficas

  • Berga, Anna (2006). «Jóvenes 'latinos' y relaciones de género». En Feixa, Carles; Porzio, Laura; Recio, Carolina. Jóvenes latinos en Barcelona: espacio público y cultura gastronómica. Anthropos Editorial.
  • Kilmartin, Christopher; Allison, Julie A. (2007). Men's Violence Against Women: Theory, Research, and Activism (en inglés).
  • McLaren, Angus (1999). Twentieth-Century Sexuality: A History (en inglés).
  • Rose, Susan D. (2013). Challenging Global Gender Violence: The Global Clothesline Project (en inglés). Nueva York: Palgrave Macmillan.
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