Soledad: por qué le tememos y cómo podemos aprender de ella

¿Por qué el ser humano teme estar solo? La soledad es un sentimiento que evitamos, pero en algunos momentos podemos aprender mucho de ella. ¡Te lo contamos!

La soledad es un sentimiento que evitamos, pero del que podemos aprender.

La soledad, el sentirnos solos en el mundo y aislados de los demás, es algo que nos puede dar pavor experimentar. Los humanos necesitamos estar en sociedad por naturaleza y por eso hacemos todo lo posible por no llegar a tener nunca momentos de soledad.

Sin embargo, los momentos de soledad no son del todo malos y en realidad mucho aprendizaje puede salir de ellos, especialmente el más importante: aprender a acompañarnos a nosotras mismas.

Por qué tememos la soledad

Las personas hemos estado acostumbradas a vivir en comunidad desde los inicios de las civilizaciones: se necesitan de dos personas para procrear y dar a luz a un bebé, que necesita de sus padres para sobrevivir hasta que pueda hacerlo por sus propios medios. Pero además, esta familia se acompaña de otras familias que viven en sociedad para cuidarse los unos a los otros: algunos cazan, otros cocinan, otros protegen, otros curan... Y con este modelo hemos evolucionado hasta el día de hoy.

Es más que normal que nos de miedo la soledad, pues al fin de al cabo, bajo este modelo en el que crecemos la compañía es sinónimo de protección y, bajo esta idea, soledad sería sinónimo de desamparo. Pero además de esto, hay otro motivo que le suma temor a la soledad y tiene que ver con encontrar pareja.

Culturalmente, tanto los hombres como especialmente las mujeres llegamos a una edad en la que debemos encontrar pareja; si pasamos de este tiempo, empezamos a desesperar y podemos ser juzgadas por no encontrarla. Si bien esto ha ido mejorando con el tiempo, existe cierta presión dentro de nosotros por encontrar a nuestra pareja y evitar a toda costa quedarnos solas.

Esto no quiere decir que estos argumentos sobre la soledad no sean válidos. Al final y tal y como dijimos al principio, necesitamos vivir en sociedad, pues es parte de nosotros y no hay nada más bello que vivir el amor en pareja y la vida en comunidad. Ahora bien, todo depende de la connotación que le demos a la soledad, la lectura que hacemos de ella y si la utilizamos a nuestro favor o no.

Cuando estamos solos mientras estamos rodeados de gente

Caemos en la trampa de pensar que vivir en soledad es ser un ermitaño en el medio de un bosque sin contacto con nadie más, pero lo cierto es que muchas personas viven en soledad estando rodeados de gente; pues por más que tengan muchas personas al lado, se sienten más solas que nunca. Esto simplemente demuestra que la soledad no se mide en la cantidad de gente que conozcamos o que veamos todos los días, sino en la calidad de las relaciones y los vínculos que creamos con ellas.

En este punto podemos decir que no en vano existe el dicho popular de “más vale solo que mal acompañado”, porque la verdad es que hay personas que se pasan la vida con muy poca gente alrededor y son extremadamente felices. Por ello es posible que la soledad que vemos o sentimos fuera, sea una soledad que proviene de adentro, de nuestro interior, y tiene que ver con el miedo de estar con nosotras mismas.

Es cierto también que nuestra sociedad actual, tan conectada y documentada a través de las redes sociales, ha cambiado nuestra idea de soledad para mal. Por un lado, es cierto que nos hemos vuelto más individualistas y pasamos más tiempo en el móvil que entablando relaciones reales con las personas. Por el otro lado, el exceso de estímulos sobre la vida de otras personas no hace más que incrementar nuestra ansiedad, sensación de vacío y soledad. Esto sucede fundamentalmente porque nos alejamos de nosotras mismas viendo a los demás.

Yo decido si me siento sola o si estoy sola

Como ya hemos comentado, la soledad se siente y se define según la perspectiva con la que la veamos, por lo que tenemos que empezar a hacerle frente a la soledad y decidir si nos sentimos solas o si estamos solas, porque esto cambia el relato radicalmente.

Sentirnos solas es ser conscientes de que hace falta algo en nuestra vida (el vacío que sentimos) que nosotras mismas no nos estamos dando y que estamos esperando a que otra persona venga a llenarlo. Estar solas, por el contrario, es saber que por ahora tal vez no haya alguien en nuestra vida a modo de pareja, pero que hay otras personas en nuestra vida que nos hacen feliz, y especialmente que no necesitamos de nadie para llenar vacíos; este es el lado positivo de la soledad.

El tema con el miedo a la soledad es esa falsa idea que tenemos en la cabeza, en la que si no tenemos a alguien al lado no podemos ser felices. Porque lo cierto es que tenemos todo en nosotras para ser las personas más felices y, tal vez, en algún momento compartirlo con alguien más.

Cuando decidimos vivir y disfrutar de la soledad

La soledad no dura para siempre (a menos que decidas irte a vivir en el medio del bosque), pero sí que existen los momentos de soledad, pues todas tenemos nuestros ires y venires en esta vida. Lo cierto es que estos momentos de soledad son oportunidades hermosas para aprender a estar en nuestra propia compañía, conocernos, confiar en nosotras y disfrutar de lo maravillosas que somos en total libertad.

Nosotras somos nuestras mejores amigas o peores enemigas en el momento de vivir la soledad. Somos quienes decidimos si sucumbimos ante el miedo y la desesperación, o si en cambio aprovechamos la situación para conectar con quienes somos realmente y escucharnos.

La verdad es que el temor más grande de todas las personas frente a la soledad es el de encontrarnos con nosotras mismas, y por fin eliminar todo el ruido de alrededor para escuchar lo que realmente piensas, sientes o quieres. Pero cuando este momento llegue, atrévete a dialogar contigo misma y verás lo maravilloso que es conocerte; pasa tiempo contigo porque cuanto más te conoces, más fácil te es poder mostrarte al mundo.

Por último, si te sientes en soledad, no intentes esconderte en los demás y rodearte de gente para no escucharte. En cambio ábrete a estar con las personas que quieres, a sentir su amor y compañía para tomar fuerzas en los momentos en que aflojamos un poco. Después de esto, combate la soledad intentando conocer nuevas personas con la mente abierta y la confianza en ti misma fortalecida.

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