Ampollas: 10 consejos básicos para saber cómo curar la piel

Las ampollas son de lo más molestas, pero para curarlas no hay que manipularlas demasiado.

Ampollas

Las ampollas son inoportunas lesiones provocadas por rozaduras. Quizá la causa más común de la aparición de las ampollas es la rozadura constante del calzado, aunque también hay otros casos como las lesiones por quemaduras o congelación.

Afortunadamente las ampollas no representan una lesión grave. De todos modos existen una serie de trucos y consejos para saber cómo curar las ampollas, y que pueden provocar verdaderas molestias o incluso infecciones.

10 consejos básicos para saber cómo curar las ampollas

La primera duda ante la aparición de una ampolla es si se debe hacer algo o no para que sane. Si la zona va a recibir presión es conveniente cubrirla de nuevo, si bien es recomendable que la herida transpire.

Es posible ayudar a curar las ampollas, pero hay que realizarlo con cuidado y delicadeza para no dañar aún más la piel y provocar un problema mayor. A continuación se muestras los trucos y consejos básicos para saber cómo curar las ampollas.

1. Lavar

Lo primero que hay que hacer cuando la ampolla aparece es lavarla. En la mayoría de las ocasiones las ampollas se curan y desaparecen sin que sea necesario intervenir mucho, pero sí es necesario tener la zona limpia y desinfectada.

Basta con lavar con agua tibia y jabón la zona, y siempre después de lavar primero las manos. Hay que evitar a toda costa infectar la herida, por lo que no se debe tocar la ampolla con las manos sucias. Si la ampolla se mantiene desinfectada desaparecerá más rápidamente y sin dejar huella.

2. No reventar la ampolla

Una de las principales recomendaciones es no reventar la ampolla. Aunque la tentación es mucha, lo mejor es no hacerlo. Cuando se abre la herida la probabilidad de infección es mucho más elevada, y es que és fácil que la herida quede sucia.

Si se toca y se manipularla hay que lavarla y secarla bien. Tiene que hacerse de manera muy suave para evitar en todo momento abrir la ampolla y provocar que el líquido salga. Simplemente hay que dejarlo limpio y no manipular más.

3. Cubrir la ampolla

Después de haber lavado la zona es recomendable cubrir la ampolla si va a recibir presión. Se puede poner una venda o una de las cintas adhesivas especiales que venden en las farmacias. Estas contienen óxido de zinc, el cual ayuda a prevenir infecciones.

Sin embargo, hay que poner atención en que antes de nada la zona esté seca. Primero hay que lavar y luego hay que secar o dejar que la piel se seque sola, y es que un error podría provocar una infección.

4. Aplicar frío

Si la ampolla resulta dolorosa se puede frío para mitigar las molestias. Para esto será suficiente un poco de hielo, solamente hay que tener cuidado de no aplicarlo directamente sobre la herida.

Lo mejor es que se envuelva un cubito de hielo en una bolsa de plastico y que se presione suavemente. Se debe poner mucha precaución para que no acabe llegando la humedad en la herida o que el material con el que se cubrió no quede mojado.* Puede interesarte: "Tipos de piedras preciosas: propiedades y cómo utilizarlas"

5. Vigilar por si se producen cambios

Aunque normalmente son inofensivas y se curan solas, conviene vigilar cambios en la ampolla. Para evitar cualquier problema posterior hay que mantenerse atentos a que la piel no presente signos de infecciones o cualquier anomalia en la zona.

Si es necesario se puede aplicar un antiséptico. De esta forma se disminuye mas la posibilidad de desarrollar una infección, que además puede resultar todavía más molesto y doloroso.

6. Drenar el líquido

Cuando la ampolla es muy grande sí que se puede abrir. A partir de 3 cms de diámetro provoca bastante dolor, por lo que se puede abrir después de lavar la zona con agua y jabón o agua oxigenada. Con una aguja estéril se debe pinchar y apretar para que salga el líquido.

Una vez vacía la ampolla se aplica yodo para evitar infecciones y se vuelve a cubrir con una gasa. Es mejor taparla unas horas para luego volver a destaparla y que se oxigene.

7, No despegar la piel

Lo mejor para no dañar es no arrancar la piel de la ampolla. Esta piel se cae por si sola y no necesita de ser arrancada, además de que en algunas zonas puede ser peor. Ppuede estar aùn muy adherida y manipularla puede llegar a crear más herida y provocar dolor.

Es común quererla arrancar, pero generalmente es un error. Es útil como capa protectora hasta que nazca la nueva piel. La piel muerta no provoca problema alguna mientras esté limpia.

8. Ir al médico

Hay casos en que lo mejor es acudir al médico. Una ampolla se cura por si sola, pero a veces es preciso que el especialista examine la zona para evitar problemas mayores.

Los siguientes signos son negativos e ir al médico puede ser recomendado:

  • Aumento de temperatura
  • Enrojecimiento excesivo
  • Líquido de la ampolla blanco
  • Dolor muy intenso
  • Mal olor
  • Sangre con lesión profunda

9. Usar zapatos cómodos

Evitar que aparezcan ampollas o empeoren es muy sencillo. Hay que utilizar zapatos cómodos y a la medida y usar calcetines de fibras naturales. Al realizar algún ejercicio como correr o caminar mucho hay que ayudar a disminuir la fricción que provocan las ampollas.

Aplicar talco o vaselina en el pie también es buena idea. Caminar o correr puede afectar a la evolución de la ampolla. Se debe detener la caminata en el momento en que empieza a arder para evitar que empeore la herida.

10. Remedios caseros auxiliares

Algunos remedios caseros pueden ayudar a disminuir el dolor. Un ejemplo es sumergir los pies en agua caliente con sal o frotar con cuidado un ajo sobre la zona afectada. De esta forma se desinfecta la ampolla.

El gel de aloe vera también puede ayudar a curar y a sentir alivio, mientras que aplicar vinagre de manzana es bueno por sus propiedades antibióticas. Hay que recordar que cualquier manipulación que se haga debe realizarse con las manos limpias.

Referencias bibliográficas

  • Heinerman, J. (1998). Aloe Vera, Jojoba and Yucca. The amazing health benefits they can give you. Nueva York: McGraw-Hill.

  • Sulzberger, M.B., Cortese, T.A., Fishman, L. y Wiley, H.S. (1966). Studies on Blisters Produced by Friction. Journal of Investigative Dermatology, 47, 456–465.

  • Uchinuma, E., Koganei, Y., Shioya, N. y Yoshizato, K. (1988). Biological evaluation of burn blister fluid. Annals of plastic surgery, 20 (3), 225-230.

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