Mal aliento: causas frecuentes, síntomas y cómo evitarlo

Olvídate de una vez por todas del mal aliento. Descubre cómo arreglarlo evitando los malos hábitos.

Mal aliento: causas frecuentes, síntomas y cómo evitarlo

Seguramente alguna vez hemos tenido mal aliento y no lo hemos notado ... pero otra persona sí. Cada día hablamos con diferentes personas con las que tenemos más o menos confianza, pero pocas son las que nos revelarían si sufrimos de mal aliento.

Es muy embarazoso que las personas que nos rodean puedan pensar que el aliento nos huele mal. Por no hablar de si tenemos intención de besar a alguien. Por eso, en el artículo de hoy vamos a tratar este asunto para evitarlo de una vez por todas. Vamos a ver porque aparece el mal aliento y cómo evitarlo.

Las causas del mal aliento

Algunas veces el mal aliento es debido a haber comido algo de forma puntual, como alioli, y todo el mundo se hace cargo de la situación y más si han comido contigo. Pero cuando tu halitosis invade el aire que respira otra persona, y no es esta la razón, resulta todo algo incómodo.

Pero no hagamos un drama de esto. No es nada grave, y la gracia es que se puede evitar. Por eso a continuación mostramos las diferentes causas que provocan el mal aliento. Sabiendo el porqué de su aparición, podemos anticiparnos y hacer que nuestra boca huela como cualquier boca sana.

1. Alimentos que afectan a nuestro aliento

Que hay alimentos que nos producen mal aliento después de comerlos no cogerá a nadie por sorpresa. Lo que sí que será una novedad es encontrarnos a algunos que no esperábamos en la siguiente lista. Vamos a repasarla.

1.1. Ajo y cebolla

El ajo y la cebolla tienen compuestos que contienen azufre, y este en muchos casos da lugar a mal olor (olor de pies, olor a huevos podridos, … hay muchos olores desagradables que provienen de compuestos azufrados)

Cuando ingerimos y absorbimos los componentes azufrados del ajo y la cebolla, nuestro cuerpo los elimina en forma de gases a través de los pulmones, dando lugar al mal aliento.

1.2. Productos lácteos

Los productos lácteos contienen diferentes aminoácidos, y algunos de ellos son fácilmente fermentables por nuestras bacterias bucales.

Por poco residuo del alimento que quede en nuestra boca, algunas bacterias pueden descomponer estos aminoácidos y transformarlos en sustancias como la cadaverina o la putrescina.

1.3. Carbohidratos simples

Si tomamos alimentos que contienen muchos azúcares también podemos sufrir mal aliento. Muchas bacterias que habitan en nuestra boca pueden fermentar estos azúcares, los cuales también nos pueden dar problema en el intestino.

El hecho de que sean fácilmente fermentables hace que también puedan fermentar en el intestino, pudiendo provocar gases indeseables no sólo en la boca; provocan alteraciones gastrointestinales.

1.4. Pescado en conserva

El pescado en conserva es un alimento que tiene ácidos grasos, los cuales se continúan degradando una vez el pescado está enlatado.

Comer atún o sardinas enlatadas no es una gran idea si tenemos que hablar cerca de alguien, aunque no sería uno de los peores casos de la lista.

2. Placa dental

En nuestra boca viven multitud de microorganismos. En condiciones de buena salud e higiene estos seres microscópicos no tienen que comportarnos problemas, pero si tenemos acumulación de placa dental la cosa es diferente.

La placa dental se asocia a restos de saliva, comida, sangre y en general en células en descomposición. Ahí acontecen procesos de putrefacción bacteriana, por lo que el hecho de haya mal olor que salga de ahí no debería sorprendernos.

3. Alcohol

Si consumimos alcohol a menudo el mal olor se puede apoderar de nuestra boca. El olor a alcohol de por sí ya es desagradable, pero es que además esta sustancia provoca deshidratación.

Cuando una boca está deshidratada, todos los problemas anteriormente comentados se pueden agravar. Esto pasa porque que se volatilizan diferentes compuestos derivados de la actividad bacteriana.

4. Tabaco

El tabaco es es un olor más desagradable, si cabe, que el del tabaco. Además, juntos se combinan; el tabaco potencia el olor de alcohol. En cualquier caso, es mejor no oler a tabaco si queremos estar cerca de alguien de forma íntima, especialmente si esta persona no fuma.

5. Enfermedades específicas

Existen algunas enfermedades que generan mal aliento, aunque son pocas. A destacar, la diabetes, la insuficiencia renal crónica y diferentes enfermedades del hígado. Por ejemplo, la cirrosis hepática produce mal aliento, y es a causa de un compuesto derivado del azufre, el sulfuro de hidrógeno.

6. Medicación

No es nada frecuente, pero existen algunos medicamentos que hacen que puedas emitir algún tipo de mal olor. Destacamos los medicamentos que contienen compuestos azufrados en su composición, los cuales ya hemos comentado anteriormente.

7. Menstruación

Sin dejar estos compuestos, es preciso comentar que hay mujeres que durante el ciclo menstrual emanan más cantidad de compuestos azufrados de lo normal. Si bien se producen concentraciones más altas de los niveles habituales, no hay que preocuparse a nivel de salud y generalmente desaparecen definitivamente al cabo de unos días.

8. Higiene bucal inadecuada

Hemos querido dejar este apartado para el último lugar, porque para algunos puede parecer el más obvio, pero tal vez no debería ser exactamente así.

Hay constancia de que poblaciones cazadoras y recolectoras no tienen halitosis a pesar de no estar muy familiarizados con la higiene bucal. Por lo que parece, nuestra dieta y estilo de vida ha ido incorporando novedades que tienen un impacto en el mal aliento (ingesta de azúcares refinados, alto número de ingestas al día, productos lácteos, alcohol, tabaco, etc.)

Por lo tanto, el estilo de vida occidental nos lleva prácticamente de forma obligada a cumplir mínimos; tenemos que cepillarnos los dientes tres veces al día y visitar al dentista una vez al año.

Referencias bibliográficas

  • Harvey-Woodworth, C.N. (2013). Dimethylsulphidemia: the significance of dimethyl sulphide in extra-oral, blood borne halitosis. British dental journal. 214 (7), E20.
  • Kapoor, U., Sharma, G., Juneja, M. y Nagpal, A. (2016). Halitosis: Current concepts on etiology, diagnosis and management. European journal of dentistry, 10, (2), 292–300.
  • Rosenberg, M. (2002). The science of bad breath. Sci Am, 286 (4), 72–79.
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