Motricidad fina: ¿qué es y cómo trabajarla?

Este tipo de motricidad se desarrolla durante la infancia y nos permite realizar tareas como dibujar o escribir.

Motricidad fina

La motricidad es la capacidad que nos permite ejecutar una serie de movimientos a través del cuerpo y de sus diferentes partes. En la infancia, esta se desarrolla de forma exponencial, y resulta muy importante para el aprendizaje y el desarrollo de otras funciones.

Distinguimos dos tipos de motricidad: la motricidad fina y la motricidad gruesa. La fina es la más precisa y difícil de ejecutar, y la que tiene mayor peso en el desarrollo cognitivo del niño. En este artículo conoceremos en qué consiste, sus 4 características fundamentales y 4 actividades para trabajarla, sobre todo en los más pequeños.

Motricidad fina: ¿qué es y cómo trabajarla?

Antes de explicar qué es la motricidad fina, vamos a ver en qué consiste la motricidad. La motricidad es aquella capacidad que tiene el cuerpo humano para realizar el movimiento. Cuando nos movemos de forma voluntaria, lo conseguimos gracias al sistema nervioso central, a los músculos y a las articulaciones.

Nuestro cerebro recibe la orden de realizar un determinado movimiento y así lo ejecuta el sistema nervioso (esto si no tenemos ninguna patología que altere dicho funcionamiento).

Si concretamos más, y hablamos de psicomotricidad, vemos que esta integra los aspectos psicológicos en el movimiento. La psicomotricidad tiene un papel importante en la maduración de la personalidad, en el aprendizaje y en el descubrimiento del entorno, especialmente en la etapa infantil.

La motricidad -y la psicomotricidad- fa evolucionando desde que nacemos, a través de diferentes procesos de aprendizaje. Cada niño y niña aprende a su ritmo diferentes posturas y movimientos (sentarse, gatear, caminar…) y va perfeccionando sus movimientos (que se vuelven más complejos y dirigidos a un fin).

Ahora sí, vamos a explicar qué tipos de motricidad existen, en qué consiste la motricidad fina y cómo podemos trabajarla para potenciarla:

Tipos de motricidad

Existen dos tipos de motricidad o psicomotricidad, fundamentales para el desarrollo del niño o la niña. Son los siguientes.

1. Motricidad gruesa

La motricidad gruesa es la que aparece primero en el desarrollo del niño o la niña. Implica una capacidad para realizar movimientos amplios (por ejemplo: levantar los brazos). En este tipo de movimientos es importante la coordinación de grupos musculares grandes.

Además, aquí importa más la fuerza que la precisión. En cambio, en la motricidad fina ocurre lo contrario, como veremos ahora.

2. Motricidad fina

La motricidad fina se va desarrollando un poco más tarde, ya que se trata de una motricidad más precisa y compleja.

Así, este tipo de motricidad (también denominada “psicomotricidad fina”), nos permite realizar movimientos más precisos y de corto recorrido (por ejemplo reseguir una silueta de puntos con un lápiz, o coger un objeto con la mano en posición de pinza). Cuanto más se desarrolla el niño o la niña, mejor motricidad fina tiene.

Características de la motricidad fina

Como hemos visto, la motricidad fina engloba un tipo de movimientos precisos, pero no solo eso. Vamos a ver con un poco más de detalle las características de este tipo de motricidad a continuación.

1. Implica movimientos precisos

La primera característica de la motricidad fina es el tipo de movimientos que permite ejecutar: se trata de movimientos precisos. Ejemplos de este tipo de movimiento son: coger los cubiertos, recortar una figura en un papel, escribir, agarrar un lápiz o un bolígrafo, coger un objeto pequeño, enhebrar un hilo con abalorios (hacer una pulsera), etc.

Lógicamente, existen diferentes grados de precisión en cada uno de estos movimientos.

2. Implica destreza

Otra característica de la motricidad fina es que requiere destreza. Es por ello que los/as niños/as más pequeños/as aún no la tienen muy desarrollada, pero poco a poco a medida que crecen la van potenciando.

3. Requiere maduración

La motricidad fina es un tipo de motricidad que requiere de un cierto nivel madurativo. Es decir, debe existir cierto desarrollo mental y fisiológico para que el niño o la niña empiece a utilizar la motricidad fina.

4. Requiere dominio y control

Otra característica es que requiere dominio y control por parte de la persona, ya que los movimientos que permite ejecutar la motricidad fina son precisos. Este dominio y control deben localizarse especialmente en las manos y los brazos.

¿Cómo trabajar la motricidad fina? 4 actividades

La motricidad fina es muy importante en el desarrollo porque permite ejecutar movimientos que posteriormente ayudarán a aprender funciones aún más sofisticadas e importantes para el aprendizaje (por ejemplo la realización de la pinza digital [con los dedos] permitirá la grafomotricidad (movimiento gráfico de la mano para escribir).

Así, tiene un peso muy importante para la psique del niño y para la evolución de sus habilidades cognitivas e intelectuales, entre otras.

Vamos a ver algunas actividades para trabajar este tipo de motricidad. Evidentemente, podremos ir adaptándolas en función de la edad del niño o la niña. Algunos de estos ejercicios, además, también se pueden trabajar con personas adultas que han perdido la capacidad de realizar movimientos de motricidad fina a consecuencia de algún accidente o daño cerebral (por ejemplo un ictus).

1. Pinzas para colgar la ropa

Una actividad que puede trabajarse con los niños para mejorar su motricidad fina es ir cogiendo las pinzas para colgar la ropa de algún bol o recipiente e irlas colocando (haciendo el gesto de pinza) en alguna superficie (por ejemplo en los bordes de una caja).

Es una buena manera de fortalecer los dedos índice, corazón y pulgar. Además, deben utilizar la precisión, al medir la fuerza exacta que deben hacer en el momento de presión para abrir la pinza.

2. Botellas con tapón de rosca

Otra posible actividad consiste en utilizar tapones de rosca de botella. Los niños pueden ir enroscándolos y desenroscándolos en la botella. Se pueden utilizar botellas y tapones de colores (cada tapón se enrosca y desenrosca en la botella que le corresponda), o mezclar colores y que los deba ordenar, etc.

Así, además de trabajar la motricidad fina, se trabaja el emparejamiento y la discriminación de colores.

3. Palillos y botes de especias

En este juego utilizaríamos palillos y botes de especias (los pequeños y estrechos). El objetivo del niño o la niña será ir introduciendo los palillos en los agujeritos del bote de especias. Este ejercicio es ideal para trabajar la precisión. Un consejo es utilizar botes de la especie de canela, ya que sus agujeros tienen un tamaño adecuado para los palillos.

4. Pulseras o cadenas de abalorios

En este ejercicio necesitamos hilo y abalorios. Se puede utilizar material diverso (hilo más o menos grueso, diferentes tipos de abalorios…) según el nivel de motricidad del niño y su edad. Así, el niño deberá ir introduciendo los abalorios (por ejemplo bolitas) uno a uno en el hilo para hacer finalmente una pulsera (o una sencilla cadena de abalorios). Resulta ideal para trabajar la precisión.

5. Pinzas de cocina

En este juego para trabajar la motricidad fina utilizaremos: pinzas de cocina (largas y anchitas), canicas o pompones (o cualquier objeto que se pueda agarrar fácilmente con las pinzas) y algunos recipientes (3 o 4). El objetivo será ir agarrando las canicas una a una (o el objeto en cuestión) y trasladarlas de un recipiente a otro.

Pueden coger las pinzas con una mano o con dos, ya que de todas formas se trabajan los músculos de las manos y los dedos. Se pueden utilizar diferentes colores para los recipientes y canicas para que también trabajen el emparejamiento y la discriminación de colores.

Referencias bibliográficas

  • Aguirre, J. (2005). La aventura del movimiento. Desarrollo psicomotor del niño de 0 a 6 años. Pamplona. Universidad Pública de Navarra.

  • Aznar, J.M. (2006). Motricidad y cognición. Un estudio empírico. Apunts Educación Física y Deportes, 86: 108.

  • Rigal, R. (1988). Motricidad humana. Fundamentos y aplicación pedagógica. Madrid. Pila Teleña.

  • Zabaleta, J.A. (2012). La Psicomotricidad Fina, paso previo al proceso de escritura.

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