¿Qué es la inteligencia emocional y cómo podemos entrenarla?

Las emociones nos hacen humanos, pero también nos pueden poner en situaciones apretadas sino sabemos gestionarlas adecuadamente.

Inteligencia emocional

¿Emoción e inteligencia?

No parecen ser conceptos que trabajen bien en conjunto, porque tendemos a verlos como enemigos en lugar de verlos como aliados que se potencian el uno al otro. Esto se debe a que percibimos a la inteligencia como sinónimo de lógica y razonamiento, cosa que parece no ir precisamente de la mano con las emociones que nos vuelve más sensibles a todo y un tanto impulsivos, en ocasiones, acarreando cargas sentimentales fuertes.

Sin embargo, ¿sabías que esto es porque no sabemos entrenar nuestra inteligencia emocional? Así es, la inteligencia emocional nos permite acceder a nuestra capacidad de sentir sin tener que desbordarnos todo el tiempo, ayudándonos así a afrontar y enfrentar mejor las situaciones de tensión, a reducir el estrés de la vida diaria y a expresarnos, verbal y sentimentalmente de una forma más asertiva y funcional.

¿Aún te cuesta creer esto? Entonces sigue leyendo este artículo donde te diremos de qué se trata la inteligencia emocional y cómo puedes ser capaz de entrenarla para el uso cotidiano de nuestra vida en general.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Es un concepto psicológico creado y desarrollado por el psicólogo Daniel Goleman, el cual afirma que las emociones forman parte de nuestro ser, es una característica más de nuestra cognición y comportamiento, por lo que es inherente a la forma en que vivimos nuestra vida cotidiana y comprendemos la realidad que nos rodea y a nosotros mismos.

Por ello, es importante crear un espacio para su estudio, entendimiento y entrenamiento, ya que de esa forma podemos mantener un equilibrio ideal intrínseco con respecto a lo que vivimos en el espacio extrínseco.

Además, corresponde la mejor manera de conocernos por completo, pues son nuestras emociones la que influyen en mayor medida en la forma en que percibimos el mundo a nuestro alrededor y en cómo terminamos viéndonos a nosotros mismos. Aunque sabemos que esto también se ve influenciado por las experiencias, no es lo que vivimos sino lo que sentimos cuando pasamos por ello lo que queda en nuestra mente resonando a lo largo del tiempo.

La importancia de nuestras emociones

Aunado a lo anterior, podemos afirmar que la importancia de la inteligencia emocional radica en su poder adaptativo. Es decir, si logramos entendernos a nosotros mismos, podemos comprender esas emociones positivas y negativas que nos generan un ambiente o una situación en particular. De la misma forma, podemos ser capaces de tener una mejor comprensión hacia el estado emocional de otros y agudizar nuestras respuestas ante las exigencias u obstáculos del mundo que nos rodea.

Como puedes ver, dándole el valor necesario a tus emociones puedes ser capaz de tener habilidades sociales más eficaces, funcionales e incluso sencillas. Las cuales a su vez te permitirán evitar el estrés a lo desconocido, tomar decisiones convenientes, ser capaz de evaluar y elegir relaciones interpersonales beneficiosas y encontrar tu voz fuerte para comunicarte con el mundo.

Formas en que podemos entrenar la inteligencia emocional

Entrenar la inteligencia emocional es más fácil de lo que puedas imaginar, solo debes tener en cuenta tener una mentalidad abierta y la disposición de hacer algunos cambios adaptativos a tu rutina, como los que verás a continuación.

1. Comienza a reflexionar sobre ti

Quizás este es el primer paso que debes realizar para comenzar a entrenar tu inteligencia emocional propia. Se trata de generar conciencia y sensibilidad acerca de lo que está pasando en tu vida en estos momentos: ‘¿cuáles son las emociones que más predominan a lo largo de tu día?’ ‘¿qué acciones o situaciones desencadenan esas emociones?’ ‘¿cómo haces para sacarlas de tu pecho?’.

Esto te ayudará a visualizar de una forma más clara la manera en que percibes el mundo y tu capacidad de relacionarte en el mismo.

2. ¿Qué tan bien te controlas?

Una de las cosas que siempre se promociona en la psicología es de no reprimir tus emociones, pero muchos pueden confundir fácilmente esta premisa con una justificación para ‘estallar’ en cualquier momento y situación de la cotidianidad. Cuando en realidad esta impulsividad no es sinónimo de expresión emocional.

La idea es que puedas manifestar tus sentimientos y opiniones de forma asertiva, eso implica saber cómo reaccionar ante los estímulos estresores que generan esa tensión emocional. ¿Eres de los que actúa antes de pensar o analizar la situación primero?

3. Practica la escucha activa

De seguro al leer esto puedes pensar ‘yo sé escuchar a los demás, lo hago todo el tiempo’ pero la escucha activa es más que solo escuchar, sino de estar atento al lenguaje completo de una persona. Es decir, podemos expresarnos de forma verbal muy fácil, pero la forma en que lo decimos, nuestros gestos y comodidad es lo que puede asegurar que estamos siendo honestos con lo que decimos y cómo nos sentimos al respecto.

Entonces ¿cómo podemos entrenar la escucha activa? el primer paso para ello es conversar con las personas a tu alrededor y prestar atención no solo a las palabras que utiliza sino a su lenguaje no verbal: ¿está sonriendo? ¿está tenso? ¿cómo es su tono de voz? ¿su tono es débil? ¿te mira a los ojos o rehuye la mirada? ¿cómo son sus gestos?

El segundo paso que debes seguir es alejar todo prejuicio del asunto mientras la persona esté hablando, esto es para que tus creencias personales no alteren lo que la persona esté diciendo. Finalmente, al momento de dar tu opinión evita descalificarla o juzgarla, busca empatizar con sus emociones y ofrece soluciones prácticas para su problema.

4. Céntrate en las soluciones

Está bien llorar, está bien enojarse, está bien frustrarse, está bien sentir estrés, pero lo que definitivamente no está bien es que te quedes estancado en el mismo problema dándole vueltas como un círculo interminable. Eso solo trae como consecuencia un cúmulo de emociones negativas y pensamientos despectivos hacia ti mismo, que evitan el que puedas concentrarte en otros asuntos de tu vida, debilitan tu rendimiento y la confianza en tus capacidades para afrontar otras situaciones.

Piensa en esto ¿de qué te sirve pensar en el mismo problema una y otra vez? ¿no es mejor solucionarlo y enterrarlo en el pasado? En lugar de ello, enfócate en pensar ¿qué necesito hacer para resolverlo? ¿está a tu alcance o necesitas ayuda? ¿cuál es el camino más viable? y sobre todo ¿qué es lo que aprendí con esto? así no solo evitarás caer en una situación similar, sino que también podrás afrontar de mejor manera los obstáculos venideros.

5. Observa tu percepción del mundo

Sabemos que no todas las circunstancias son las más ideales para tu desarrollo personal, sin embargo, existen personas que aunque cambien de forma constante de experiencia o terreno, siguen teniendo dificultades para crecer, entonces, ¿qué es lo que sucede?

Esto puede tener relación con la forma en que perciben su mundo, el cual puede ser tan oscuro que evita que se adapten a este y por ello no sienten que tienen las oportunidades que merecen, cuando en realidad son ellos quienes se sabotean a sí mismos al no aceptar los cambios que ocurren de manera natural. ¿Este ha sido tu caso?

6. Pon tu vida en papel

Una de las mejores formas de entrenar la inteligencia emocional, así de conocernos a nosotros mismos es ver nuestra vida ¿y de qué forma podemos ver nuestra vida? Pues a través de actividades recreativas y creativas que nos permitan mantener un registro de todas todas las experiencias diarias.

Algunos ejemplos de ello puede ser:

  • Un diario de emociones, donde relates tu vida desde tu punto de vista sin guardarte nada y así luego analizar tus reacciones, desempeño e interacciones cada día.

  • Una tabla de evaluación de emociones, donde puedes colocar tu estado de ánimo, emociones predominantes, aspectos positivos y negativos de ti mismo del día, etc. en una tabla para ver la magnitud de los mismos durante el día.

  • Aplica la técnica de la rueda de la vida, la cual consiste en poner en perspectiva tus prioridades, así como los objetivos que quieres cumplir y las necesidades que quieres satisfacer. Para ello, dibuja un círculo grande el cual seccionarás con cada área de tu vida (trabajo, relaciones, ocio, amigos, hobbies, familia, etc) y les darás a cada uno una puntuación desde la más importante hasta la menos dedicada.

7. Potenciales vs limitaciones

Conocernos a nosotros mismos no implica solamente destacar nuestros puntos más fuertes, también se trata de evaluar las debilidades que poseemos con el fin de mejorarlas. Sin embargo, analizar en qué no somos tan capaces puede ser doloroso y difícil de afrontar, pero en lugar de desmotivarte piensa en ello como un reto personal para superar.

Tampoco desestimes tus potencialidades, muchos tienden a creer que no son buenos en casi nada, cuando no es cierto. La forma en que resolvemos los problemas, en cómo ayudamos a los demás, en la capacidad de organizarnos y poner prioridades, en utilizar la creatividad, etc, son grandes fortalezas que nos ayudan en todo momento.

Así que toma un momento para analizar cuáles son tus fortalezas y debilidades, si esto se te hace un poco complicado por cuenta propia, entonces puedes pedir ayuda de tus amigos o familiares. Esto ayuda a tener una perspectiva diferente de ti mismo y aumentar tu confianza.

8. La motivación de los pequeños detalles

La desmotivación es muy común en nuestra vida, se presenta cuando nos sentimos desbordados de obligaciones, al vernos encasillados en una monotonía, cuando no obtenemos buenos resultados inmediatos o cuando la rutina se asienta en una misma manera.

Pero es necesario que encontremos el impulso por nuestra cuenta de salir adelante, tras pequeñas acciones diarias que mantengan despierto nuestro interés y gusto por lo que hacemos. Para ello puedes utilizar:

  • Notas motivacionales por toda la casa.

  • Crear una lista de curiosidades que quieres descubrir y tomarte el tiempo para averiguarla.

  • Tener una actividad o hobbie diferente para practicar un rato en el día.

  • Salir a caminar y detenerse a observar la naturaleza.

  • Practicar ejercicios de meditación, relajación y respiración.

  • Darte un gusto o un premio por lo menos una vez a la semana.

  • Conversar con tus amigos más a menudo.

  • Salir de paseo o a un lugar que te entretenga.

  • Felicitarte a ti mismo/a por tus logros.

  • Ayudar a quién puedas con lo que puedas y cuando puedas.

Con estos cambios sencillos verás cómo tus emociones y tus acciones comienzan a tener una relación más estable y armónica en tu vida cotidiana.

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